Las noticias falsas: un fenómeno viral

En medio del río mediático de las noticias falsas, la razón es la mejor defensa.

Daniel Perez
5 min readMay 20, 2022
Photo by Nijwam Swargiary on Unsplash

La información, no solo viene, está en todas partes. Fluye a través de las redes y la infraestructura de internet en todo el planeta. No está aquí, tampoco allá, está deslocalizada. A esta característica se le denomina ubicuidad –palabra proveniente del latín medieval, que significa “en todas partes”. El concepto era utilizado por los teólogos cristianos para nombrar un atributo que sería propio de Dios: estar en todas partes al mismo tiempo. Para ellos, solo Dios sería ubicuo. Ahora bien, debido a las posibilidades técnicas de la red mundial, la información hoy se considera ubicua, ni ella, ni el usuario tienen que estar en un lugar determinado. Lo único que una persona necesita para acceder al mundo virtual es un dispositivo electrónico inteligente con datos.

Más de cinco mil millones de usuarios de la red mundial interactúan en el ciberespacio, comparten información, investigan, se comunican y conectan, hacen negocios, buscan formas de entretenimiento, se informan y, también, se desinforman. Las bondades del mundo digital son innumerables, pero internet, también se ha convertido en el medio preferido para la diseminación –viralización– de noticias falsas.

Hay una afirmación que dice: “una mentira repetida mil veces se vuelve verdad”. Esta expresión, que se le atribuye a Paul Joseph Goebbels (1897–1947) –un político alemán que fue ministro para la ilustración pública y la propaganda, durante el gobierno de Adolfo Hitler–, se refiere al uso que se le comenzó a dar a la información falsa como instrumento efectivo de propaganda, en un ambiente social donde, para el tiempo de la Segunda Guerra Mundial, gracias a la radio y a la prensa se iba masificando el acceso a la información.

El uso intencional de información falsa o alterada para influir en la opinión pública, generar sentimientos de indignación y de rechazo se ha convertido en un arma de doble filo en el seno de nuestras sociedades democráticas. Este fenómeno, que se conoce con el nombre de posverdad, se evidencia de manera permanente a través del uso de la noticia falsa (fake news) –bulo, como se le conoce en español–, con el objetivo de influir en la opinión pública, desprestigiar una persona o institución, generar indignación, etc. Las noticias falsas crecen y se multiplican debido a que tienen apariencia de ser verosímiles, incluso, pueden coincidir con las ideas que muchas personas tienen acerca de la vida, la política y la realidad.

Cabe preguntar ¿Por qué la información falsa es tan efectiva en nuestras sociedades? Quienes diseñan las noticias falsas conocen la eficacia que tiene este tipo de información en la red. Además, conocen el público al que se dirigen y en el que el bulo se puede hacer viral. Generar confusión puede ser demasiado rentable para muchos individuos e instituciones en el planeta. Cuando el contenido de una noticia falsa coincide con los intereses de las personas existe la posibilidad de que comiencen a tomarlo como algo cierto, debido a que, en su estructura, este tipo de información da la impresión de ser verosímil –connotación propia de las falacias–, es decir, que parece cierta, pero no lo es.

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¿Has imaginado, alguna vez, que te puedan adoctrinar con tus propias ideas? Influir en una persona, o un grupo de personas, a partir de sus propias ideas es una posibilidad que se facilita con la internet. Evitar que los usuarios accedan a información nueva y que contradiga lo que ellos piensan, es algo posible. Internet está diseñado para individualizar a las personas con algoritmos especializados que permiten clasificarlas de acuerdo con sus gustos, pensamientos, orientación política y religiosa, condición socio-económica, tendencias y carencias. En el universo de la red, cada usuario tiene una burbuja digital personal donde se siente en su propio espacio, aquí, nada ni nadie, contradice o refuta lo que piensa y siente. Toda la información que recibe está en consonancia con sus propias ideas.

En el fondo, un creador de noticias falsas solo necesita aprovechar un detonante para influir y hacerse viral en las redes. Cuando hay situaciones sociales que generan tensión, temor o miedo –como en el caso de la pandemia de Covid-19, las elecciones de gobernantes, las guerras, las crisis económicas, etc.–, las personas tienden a ser más influenciables por las noticias falsas. A través de las redes sociales, los usuarios aumentan las interacciones y comparten noticias y mensajes de manera automática e irreflexiva. El hecho de que una información parezca interesante o esté bien escrita, no significa que sea cierta. Sin embargo, la posibilidad de obtener likes, seguidores y visualizaciones en las redes hace que muchas personas se lancen al río del ruido mediático.

La cantidad de información disponible en el mundo digital es enorme. Además, es fluida y cambia a una velocidad superior a nuestros ritmos existenciales. Sin embargo, el exceso de información no nos convierte en personas más informadas; al contrario, existe el riesgo de intoxicarse o infoxicarse al renunciar a tomar una postura crítica ante los estímulos permanentes de las redes sociales y los medios de comunicación. Cuando se navega por las redes digitales con una postura acrítica, se le termina dando credibilidad a los comentarios, a los memes y a las noticias falsas.

El uso de las noticias falsas como mecanismo de propaganda no es algo nuevo. Es un asunto que forma parte de la comunicación humana. Por esto es importante combatirlos. Hay que evitar seguir el juego de este tipo de información, que tanto daño causa en los ambientes sociales. Quienes diseminan contenido falso de manera intencional, tienen claro que, independiente de la falsedad de lo que dicen, de la calumnia algo queda, algún daño hace. Como lo plantea un dicho popular de origen latino: “calumnia, que algo queda” (Audacter calumniare, semper aliquid haeret).

Para defenderse de las noticias falsas y de los argumentos falaces es necesario desarrollar el sentido crítico, revisar diferentes fuentes de información, mejorar el nivel cultural, afinar el sentido común y acompañar nuestra presencia en el mundo digital con una postura ética y prudente. No olvidemos que, en tiempo de noticias falsas, la razón es la mejor defensa.

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Daniel Perez

Educator. Writer. Passionate about the humanities, philosophy and the history of science, art, medicine, religions and literature.